Le levantas la mano creyendo que con eso eres muy hombre. Le levantas la mano pensando en que eres tú quien gana una batalla y ella quien pierde la guerra, y lo que no sabes, es que su guerra ya la luchamos todos.
Que tú y tu batallón con el mismo pensamiento prehistórico ya estáis en el punto de mira de la exterminación.
Que en este mundo actual no tenéis cabida cromañones como vosotros que no sois capaces de dejar salir el sentido común que tenéis retenido en vuestra caverna.
Todos, absolutamente todos los que levantáis la mano perdéis la condición de ser humano. De persona. Dejáis de ser hombres y pasáis a ser simple escoria social.
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Me da igual si no soy políticamente correcto, pero todos los que simplemente lo pensais me dais asco. Me dais grima. Todos, sin excepción alguna, los que pegais, los que controlais la horas de WhatsApp, como viste y con quién habla.
Los que exigis explicaciones que no tienen sentido. Los que no dejáis vivir sin la mano levantada, me dais vergüenza. Porque la violencia a veces no es simplemente pegar, es humillar, es vejar, es controlar, es asustar…
Y yo me avergüenzo de vosotros como persona, como hombre que sabe asumir que NO es NO.
Como hombre que sabe que los centímetros de una falda no dan derecho a nada. Como hombre que sabe ver personas y no cromos que coleccionar. Como hombre que tiene dos dedos de frente para levantar la voz y decir clara y contundentemente que está guerra no puede entender de géneros.
Que se acabe ya. Que ni una más. Que ojalá pronto. Que Ojalá ya.