Nunca sabes ni cómo ni porqué, pero un día sientes que la vida te intenta marcar un ritmo que tú no puedes seguir.
El corazón y tu ritmo cardíaco van a mil por hora, como si de un maratón se tratase y, tú mente, que decir de ésta, nunca entiende que ya es suficiente.
Sí, sé que sabéis de lo que hablo y tú, si tú, también. Sé que me mantienes en un estado de alerta constante, que sin pedírtelo haces que mi mente vaya por delante de mi, alteras mi tranquilidad y para ti nunca hay un “por hoy es suficiente”.
Bienvenida ansiedad, esto es para ti.
¿Te acuerdas de mí dolor de estómago? ¿Del desasosiego y la impaciencia? ¿El nerviosismo constante? ¿ Del miedo y del pánico? Creo que sabes de lo que te estoy hablando.
Querida ansiedad, aquí empieza mi carta para ti;
Durante muchos años has marcado mi inicio y mi final de día, has dirigido mi rutina, qué hacer y cómo hacerlo, qué pensar y en qué momento sentirme insegura, intranquila y, en ocasiones, culpable.
Me has impedido que disfrutase de cosas, personas y lugares que me encantaban con tan solo un clic. Exigido demasiado en momentos en los que no había de dónde sacar fuerzas.
Enseñado a convivir contigo, a tenerte siempre presente y, cuando por algún momento desapareces, hasta me siento rara. Creo que he aprendido a convivir contigo pero, quiero aprender a vivir sin ti.
Quiero sentirme libre, sin presiones y sin miedos, sin alertas y sin que mi mente trabaje el doble por tu repentina manía de querer ir por delante de todo y de todos, teniéndolo todo bajo control.
Ansiedad, tenemos que dejar que la vida fluya y, nosotros, seguir su ritmo a nuestra manera.
No todo es malo ansiedad. Sé que eres la respuesta que emite mi cuerpo para que sepa que no estoy bien. Que aún me queda mucho trabajo por hacer y que,por supuesto, tengo mucha fuerza para conseguirlo.
Me has hecho fuerte aunque no lo creas. A pesar de tu presencia, unos días mejor otros peor, me has enseñado que puedo conseguir todo lo que me plantee. Eso si, con un esfuerzo doble.
Acuérdate que tengo que luchar contra ti y contra los miles de inconvenientes y limitaciones que nos encontramos hoy en día...
Aún así, he venido para ganarte la batalla y algún día, no muy lejano, ya no te sentiré dentro de mí.
Oye amiga, ¿sabes el esfuerzo que supone aparentar que todo va bien? ¿La sonrisa constante? ¿Un día sin parar de llorar? Te suena ¿verdad? También me has enseñado a todo eso.
Me has hecho aparentar estar bien. Contenta e incluso feliz cuando por dentro sentía miedo, palpitaciones en el estómago e inseguridad.
Has hecho que seleccione un lugar como seguro, al que siempre quiero volver y, unas personas, con las que siempre quiero estar.
Me has hecho sonreír forzosamente y también, has marcado muchos de mis días con tristeza, bajón anímico y lágrimas.
La verdad que me lo has dado todo, pero también me has quitado sonrisas y experiencias. Eso si, intentaré recuperar todo lo que dejé atrás. ¿Sabes? También me has demostrado quién si y quién no. Quién entiende los días malos, quién está siempre para sacarte una sonrisa y, por si te tuerces, con un pañuelo para secar mis lágrimas.
Me has enseñado a valorar realmente a mi gente, pero a la de verdad, la que comparte mis días, la que sonríe y lucha conmigo y, si tiene que hacerlo, llora también. Esos son los de verdad.
Los que te juzgan, los que no entienden qué es y por qué tienes ansiedad, son piedras que debemos saltar una vez más.
Ansiedad, prometo que un día volveré por aquí pero, esta vez, ya no estarás dentro de mí. Te ganaré y todos te ganaremos.
Atentamente, la chica de la mente rápida, del miedo interno y de unas ganas locas por comerse el mundo. Eso sí, todo a su debido tiempo.
Ansiedad, todavía no hemos terminado contigo, aquí continúa mi compañero de fatigas…
Y es que no hay fatiga mental tan agotadora como tú, que eres de romper los momentos mágicos por un simple mal gesto, una frase o un recuerdo que nos vuelve a llevar donde nadie quiere volver.
Media vida palpitando de más, queriéndose de menos, por tus manías de no dejarnos respirar a un ritmo normal.
Mil noches en vela, cerrando los ojos con fuerza para dormir en paz, para que los fantasmas mentales no salieran debajo de una cama que cada dia deja menos descanso y más ansiedad.
Tú, que vienes cuándo las cosas van bien para sembrar la duda de lo que puede pasar. Qué eres de comernos la moral a medio día y aniquilarnos cada noche con posibles e imposibles.
Sudores fríos por una espalda empapada en temblores de imágenes que genera una mente que siempre espera lo peor. Cualquier cosa nos hace sufrir de más aunque siempre nos llene la boca una sonrisa de felicidad.
Nadie sabe lo que hay detrás. La ansiedad es el único retrato que tiene mil caras. La mía , la tuya, la vuestra.
Es jodido levantarse a mil por hora sin saber porque, que es difícil encontrar la tranquilidad pero cada día damos un paso más.
Cogemos el miedo con ganas y le miramos a la cara porque ser valiente no es sólo cuestión de suerte. Es tener personalidad. Un día más un paso más para volver a la normalidad.
Está batalla ya la hemos jugado más veces y me se todas las cartas que tienes para jugar. No busques más, llevo el manual en la cabeza y te aseguró que esta vez, la partida la ganó yo.
Adiós ansiedad.
Hoy desmontamos lo que siente una cabeza en la batalla de la ansiedad, hoy nos dejamos la piel en forma de letras, mi compañera de batallas Laura Fernández y un servidor. Espero que os guste tanto como a nosotros…