San Valentín debería llamarme “San Valiente”, porque hay que ser muy valiente para salir a la plaza un día como hoy a torear, a buscar que te pongan las banderillas cuando ya llevas tiempo sujetando los cuernos…
San valiente, pero de verdad, de no ver más allá del capote que te están poniendo para que salgas a que todo el público pueda verte en faena.
Sube una foto más que aún no está muy claro si el paseíllo es solo para ti. Porque en esto de San Valentín a veces uno no sabe muy bien si celebra el amor o simplemente una buena corrida…
Ponle tú el traje de luces, hecho a mano con todo el esmero del mundo para que este cómodo mientras te torea una y otra vez, porque ya ni siquiera te considera un buen toro sino una simple novilla…
Pero ahora quizás es demasiado tarde. La cuadrilla ya está en el ruedo y el torero ya tiene la muleta en la mano. No te queda otra que intentar lidiar los golpes como te vayan llegando, con la cabeza alta y esos “Te quieros” que ya suenan demasiado exagerados en tus redes sociales.
La gente ha pagado su entrada y lo que quiere es seguir con el espectáculo. Porque no es día más, hoy es el día en que todo el mundo se quiere por encima de sus posibilidades, y créeme que con algún pantallazo a más de uno le tocaría una buena pañolada, pero de llanto…
San Valentín o san valiente depende de todo el año y no solo de hoy. Asúmelo, quizás tú eres más de san valiente. Quizás, tu día de “San Valentín” acabe solo con las dos orejas y el rabo…
Feliz San Valentín si es que aún no has visto, o no quieres ver, que la que está en el ruedo, eres tú. Un año más. Un mes más. Un día más…