Demasiado peso que ya se hace cuesta arriba, demasiadas cosas que pensar para la misma noche.
Cerrar los ojos y tener que seguir pensando es un desgaste que no merece la pena…
La espalda ya duele de sujetar el peso de unos hombros que ya no aguantan más.
El carro ya necesita ruedas para seguir tirando porque las fuerzas se me van escapando como quien pretende apretar el agua entre las manos.
Agotado.
Exhausto. Saturado y sobrepasado son las palabras que más se asemejan. Cansado de la misma gente, de la misma rutina.
Asqueado de sentirse arrinconado, sin espacio. Cada día más presión en lo que ya parece un espacio demasiado pequeño. He crecido demasiado, y quizás ese es el principal motivo.
Necesidad de correr al infinito. De dejar lo que aún no tengo para intentar encontrarlo. El tiempo pasa, la vida avanza, el reloj se mueve…
Vísteme despacio que tengo prisa. Es momento de pensar hacia donde estoy navegando, es el momento de cambiar la manera de llevar el timón dejar de la bandera blanca para otra ocasión y sacar los cañones para ponerse a bombardear lo que ya a veces consigue dejarme sin aliento.
Se llama miedo y a veces es jodidamente real. Si quieres un consejo, suelta ancla del pasado, iza la vela del presente y bombardea lo que pensaste que podía ser el futuro.
Porque el futuro no está escrito, sino que está por escribir…