Pánico, miedo, hemos entrado en la dinámica del terror por el Coronavirus. Nos hemos aprovisionado como si no fuese a haber comida jamás. Hemos reventado todos los récords que da el miedo.
Todas, y cada uno de los que sentís miedo hoy, y estáis haciendo de vuestra casa un búnker para sobrevivir a un virus, que probablemente, vamos a coger todos y pasar sin más. Os invito a reflexionar.
Os digo que cuando esto acabe, espero que seáis capaces de entender a quien huye de la guerra.
A quien, en la desesperación más profunda, acaba saltando cualquier valla que se le ponga por delante para intentar seguir. Para proteger a los suyos. Para seguir respirando cada día sin tener miedo a morir mañana…
Mañana cuando todo haya acabado, el Coronavirus ya solo sea un recuerdo, y cuentes esto como una anécdota más en tu vida, no quiero que te conviertas en don/doña generosidad, ni que te hagas monje, o hermanita de la caridad, no quiero que des nada, ni ayudes en nada que no hicieses antes, pero sí quiero que te calles.
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Que cierres la boca, que seas capaz de entender tu silencio como una forma de estar en su lugar. Que pienses antes de hablar y seas capaz de tragar toda esa rabia que te generan otras cosas y acabas pagando con quién no hace más que intentar salvarse la vida…
Cállate, de verdad. Usa la redes sociales para no decir nada. No quieras ser el héroe o la heroína de quienes creen que los comentarios de Facebook te dan privilegios porque estarás haciendo el ridículo una vez más. Como ahora.
Metido en tu casa con todas las mascarillas que otras personas necesitan utilizar por otras razones que no el simple miedo. Tú, que tienes la última botellita de gel desinfectante que no te hace falta para nada. Tú, que estás terriblemente acojonado hoy. Que sientes el miedo cada minuto.
Cállate mañana. Haznos el favor y cállate, ahora que has entendido un poco lo que es tener que jugarse la vida cada vez que pisas la calle…
Quizás, con suerte, el coronavirus en lugar de matar acabe dando más vidas de las que va a quitar.