Lo que no te enseñan en el colegio es a saber asumir una derrota en la que has puesto todo el esfuerzo y todo tu empeño. Ha pasado de objetivo a obsesión. Es lo primero que piensas al despertar y lo último al acostarte.

Nos enseñan a pensar que si no has llegado es que no te has esforzado lo suficiente, y no es verdad. A veces no basta con esforzarse mucho, a veces no basta con hacer lo máximo posible…

Lo que no te enseñan es a asumir una derrota, a soltar lastre y buscar otro rumbo con la misma ambición. Parece que caerse te saca automáticamente del camino.

Te enseñan que en esta vida todo es esfuerzo y sacrificio, que es la receta de la vida, y te mienten descaradamente. No siempre vale,no siempre es suficiente.

Por eso es imprescindible aprender a regatear los obstáculos. A ser objetivo incluso sin una gota de luz. A saber que a veces no hay que dejarse todo el esfuerzo donde no llegas. Hay que tener plan B.

Y tener un plan b no es otra cosa que canalizar el esfuerzo. Esta vida es tan injusta que, casi nunca, premia el esfuerzo.

Por lo que hay que saber gestionar la frustración que produce ver a los cuatro de siempre, que tienen la flor metida en el culo. Subidos en la cresta de la ola permanente mientras tú eres de los que arrastra la resaca.

Asumir que cambiar de plan no es un fracaso sino la mejor manera de seguir hacia donde te interesa. Ya lo dice el dicho “Todos los caminos dan a Roma” pero seguro que no todos van por el mismo sitio para llegar al mismo lugar.

Que no te engañen. El éxito es cuestión de perspectiva. Y el esfuerzo no siempre es sinónimo de llegar a buen puerto.

Existen más variables que simplemente poner toda la carne en el asador.

Hay que saber aceptar que cambiar de plan no es un fracaso sino un paso más a tu propio éxito…

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