Acostumbrados a los «all in». Toda la vida apostando todo pero sin perder nada. Hasta que te das cuenta de que los «all in» son tan relativos como la vida.
Todo depende de aquello que tengas que perder. O ganar. De momento tienes mucho de nada para poder perder… ¿pero te has preguntado lo que vendrá mañana?…
Mañana que probablemente sea mejor que ayer. Día de jugar a barajar cartas con las que no contabas. De casar decisiones según las bazas que tengas que ir ganando.
Jugar a ganarse la vida cuando las cartas ya te salen mal barajadas. Lo que no sabe el azar es lo jodido que lo tiene cuando uno tiene claro que cartas son las importantes para jugar…
Lo que no te dicen las cartas es lo que te queda por vivir. Que a más vivir, más sentir y menos tener que intuir. Las llevas siempre en la mano pero pocas veces te atreves a arriesgar alguna. A veces una mala mano no es una mala partida sino una oportunidad de cambiar y jugar con algún joker…
Todos tenemos un destino, o eso creemos tener, pero lo que no nos atrevemos a decir es que hay cartas que no ves pero con las que tienes que seguir jugando.
Las cartas al final son como la vida. Unas te dan y otras te quitan en función de lo que vayas teniendo el valor de jugar. No por tener mejores cartas acabas teniendo mejor vida.
No hay carta mejor que la que se llama decidir. O si o no. La única que nunca depende del azar…