Se fue, la esperanza de sacar del pozo a quien ya se había ido al cielo. Se fue la esperanza, pero siempre permanecerá en el recuerdo.

Se ha ido un cuerpo y se ha quedado el alma de quién nos ha mejorado como sociedad.

Él, que nos ha enseñado que podemos ser mejores de lo que demostrarnos cada día. Que desde un pozo sin luz ha tenido la valentía de darnos claridad.

Nos ha enseñado a sentir empatía por quien no se conoce, a echar una mano sin esperar nada a cambio.

A dar sin tener el interés de recibir nada en absoluto salvo la satisfacción que te reconforta por dentro…

Ojalá, algún día aprendamos de verdad lo que nos enseña cada tragedia.

D.E.P pequeño Julen.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *