Hoy, me ha dado por ir al casino de la vida con ganas de jugármela. Salí de casa con la sensación de que hoy iba a tener suerte. Y por el camino no te encontré. Mal empezamos…
Me deje llevar por las apariencias y aposté por quién no debía para perder lo que quería. Siempre escogiendo mal una apuesta que no se medir.
«Rojo, negro, par e impar por fin la suerte trae un as»,o eso dice la canción, pero cada vez estoy más convencido que la siguiente no será la mía. Siempre pensando que lo bueno se hace esperar y maldito consuelo que no te hace nada más que soñar despierto y vivir dormido…
Más que un casino es un casi que no. Porque suele disfrazarse de premio pero nunca es para mí. Qué el crupier ya no reparte las cartas que yo quiero.
Qué no hay sastre que cosa esa herida que se empeñan en abrir día a día, noche a noche, beso a beso. Remar para morir en la orilla cuando ni siquiera sé cuál es el motivo. Jugar a ciegas contra quién ya sabe cual es tu siguiente jugada…
Cansino, tener que competir sin saber cuál es el premio. Exhausto. Qué no es lo mismo que cansado.
En este casino se necesita demasiada suerte que hace años yo perdí o deje por el camino. Dejar demasiado al azar y a la suerte como para que acabe siendo real.
No es lo mio. Casi que no…
Yo soy más de jugármela con alguien y no por alguien, que aunque parezcan sinónimos no lo son.
Apostar al Rojo de vivir porque al negro ya llevo años apostando sin querer y aún no he sacado nada de ello.
No se como hacen los demás que juegan una y otra vez a la ruleta de la vida y siempre le acaba tocando el premio gordo de la felicidad…