Hablemos de locura, hablemos de amistad. De la de verdad. Porque no hay verdad más infinita que la amistad sincera.

La que está siempre contigo, incluso cuando tienes un traspiés tan grande que no tienes ni idea si se quedará nadie.

Nos han levantado más veces el ánimo que vasos en las noches en las que salir a tomar algo «de tranquis» ha sido un recuerdo más en el álbum de la locura de quienes no buscan más allá de robarle sonrisas a la vida.

Hemos pasado de llanto profundo a carcajadas infinitas en décimas de segundo porque tienen esa facilidad para señalarte la luz cuando ni siquiera existe destello alguno…

Son pilar básico en la construcción de la felicidad. Que empiezan siendo muchos y acaban siendo muy pocos. No es cantidad, es calidad y eso lo va marcando la vida.

Te vas dando cuenta de que abundan las manos si estás en la cima, pero nadie quiere llenarse de mierda cuando tienes los pies en el fango…

La amistad de forja sacando la mejor sonrisas sentados en el barro. Y llegados a ese punto en el que ya nadie se va y tampoco lo quiere.

Comienza algo que no se puede contar.

Algo que seguro que todos sabéis porque también lo vivís día a día, llega ese punto de conexión en el que el lenguaje mudo pasa a ser una conversación fluida, como si se tratase de un lenguaje único, en el que un gesto, una mirada o un sola palabra desvela hasta el más íntimo sentimiento.

Otras muchas veces esa mirada furtiva lleva a una carcajada sin sentido que solo vosotros entendéis…

Quizás muchas veces pensamos que no tenemos nada.

Estamos solos ante la vida pero nos olvidamos, porque lo vemos como algo natural, de que tenemos un gran tesoro que no se encuentra con ningún mapa, sino que se encuentra con los años y las experiencias conjuntas de toda una vida y que es tener alguien a quien llamar amigo…

Por todo esto y mucho más, os digo que uno de los placeres de la vida es poder compartir una amistad con alguien.

Al menos es uno de mis placeres preferidos, la vida compartida es mucha más vida.

Como dice Arnol H.Glasow

Un verdadero amigo no se interpone en tu camino a menos que estés hundiéndote

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