Volvemos a la antigüedad. Nos han quitado los grilletes y los han sustituido por sobres con dinero. El justo para comer, dormir y no permitir salirse del redil.

Así es la nueva jaula de cristal, te dejan ver el futuro por la ventana pero no te dejan tiempo para disfrutar el único presente. La nueva era, vivir para trabajar y no trabajar para vivir…

Cada día más precariedad, cada día más trabajo no remunerado, cada día más trampas para solventar la legalidad. Les da igual. La conciliación laboral brilla por su ausencia y mucha de la culpa es nuestra.

Tenemos la culpa de callar cuando habría que gritar, de aceptar contratos por necesidad y dejar que otros se repartan el botín que genera nuestro sudor sin que les cueste nada.

Se olvidan, y debemos empezar a recordarles, cómo ellos empezaron a subir en la escalera de poder. Se les olvida, al mandar, que un día fueron un peón más en la partida de alguien. Una pieza sin valor en el tablero de quien juega a protegerse con piezas que no valen nada. Les hizo tanto daño que no son capaces de cambiar.

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Se les olvida esos días en los que eran otros los que les gestionaban sus descansos, manejaban sus vidas y simplemente pagaban las horas del día como lo decidían. Se les olvida que antes de llegar arriba hay que estar aquí abajo. Les han jodido tanto que el ego no les permite recordar pasados y prefieren joder futuros.

La empatía brilla por su ausencia y te acaban obligando a ser la misma escoria que ellos. A ser como ellos y a pensar como ellos. Te obligan a llevar al límite la legalidad y jugar a tirar de la cuerda y ver quien se cae primero.

Bienvenidos a la esclavitud moderna. 

Bienvenidos a la guerra. 

Si quieren jugar, juguemos.

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