Hablando de amor no existen finales felices porque lo bueno no termina y lo que termina no era bueno…

No existe amor que tenga un final y sea feliz. Lo que no es pena, es rabia contenida en el tiempo por lo que lo pudo ser y no fue.

No existe chispa que no quiera ser llama de nuevo, al menos al principio de ese maldito final, y en ese juego siempre hay un bombero y un pirómano que no deja apagar el fuego.

Siempre hay uno que quiso más, que dio más,que disfruto más y que no quiere dejarlo ir. Duelo a muerte de dos que un día defendían quemar recuerdos en la misma hoguera que bailaban más de un noche de San Juan, y a la que le pedían deseos a golpe de besos bajo la luna.

Pero ahora, uno de los dos pretende soltar la luna que un día quisieron bajar. Borrón y hoguera nueva…

Y no es fácil para quién no está preparado. No es fácil asimilar un adiós repentino que nunca se espera, salvo que lo que llamaban amor fuese simplemente jugar a quererse en las sábanas.

El típico fóllame sin amor y quiéreme luego.

El amor duele, e incluso te mata, al menos por un rato después de decir adiós y sino duele es que quizás estabas queriendo a medio gas. Queriendo a tres cuartos de corazón, queriendo con el corazón en punto muerto, y así es muy difícil querer…

Así es que la moraleja va para ti, que no sabes querer de verdad. Das besos fingidos y orgasmos simulados.

Besas más con los ojos abiertos que cerrados. Sientes más por fuera que por dentro. Que me da pena de ti. No tienes el valor de querer de verdad.

Que sabes decir «Te quiero» pero no sabes, ni sabrás defenderlo nunca…

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