Treinta. Suena a crisis y no es ninguna catástrofe. Parece que media vida ya se me fue, o eso me quieren hacer pensar. Que voy a viejo y no se cansan de decirlo, sin saber que ellos también llegarán, y lo que no saben es que estoy más joven que nunca. La crisis de los treinta es como el caballo del malo, que no va a ir a ningún lado…

Además, crisis… ¿De qué?…

Crisis, sería tener treinta años y no tener personalidad. Sería seguir dependiendo de alguien y no de mí. Crisis, sería seguir viviendo en el pasado y pensando que el futuro se le pueda parecer.

Sería vivir de amores de verano y querer sobrevivir en el invierno. Que los besos ya no duran más que las estaciones por mucho que nos queramos empeñar. Que el cuerpo se acaba marchitando, y lo que queda se llama realidad.

La crisis no va con la edad, que los treinta son igual que los veinte, y que lo que cuenta es la personalidad. A mí lo de sumar años me la suda, así de claro.

Lo que me gusta es ir sumando momentos. Que la vida son dos días y ninguno de ellos es festivo para poder tomárselo de relax. Mi crisis llegará o que quizás ya la he pasado. Quien lo sabe.

No os engañéis, que da igual el número que lleves a la espalda, que veinte y treinta no suenan igual, pero vienen a ser lo mismo. Cambiar, no te cambian los años sino las vivencias que te vayan pasando en el camino.

Que vivan los treinta, los cuarenta y los que tengas que venir, que cada uno tiene la edad que es capaz de demostrar. Ni más ni menos. He visto jóvenes muriéndose de viejos y viejos que deberían volver a ser jóvenes.

Cuestión de actitud, no de edad.

Y a la crisis este año…Que le den por el culo.

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