Y se nos llena la boca de presumir de una sociedad en la que todo el mundo tiene la libertad para hacer y decir lo que le venga en gana.
Lo que se nos llena, pero bien, es la boca de mierda, porque somos incapaces de cerrarla cuando alguien hace o dice lo que le da la puta gana.
Libertad concedida pero nunca otorgada, la ley del silencio se ha sustituido por un decreto que ya es ley, y que se llama criticar. Aquí, como dice el refrán, todo el mundo sabe por donde no debería pasar el carro una vez que se rompe…
Libertad condicional, siempre con la condición del que dirán. Somos presos de nuestra propia cárcel. La hemos creado desde cero, le hemos puesto muros,puertas y pestillos a algo que no debería tenerlos nunca. Libertad, pero de otra época.
Libertad añeja que es hora de cambiar. Y es que ya de pequeños nos enseñan una libertad a medias.
Te enseñan a comprender, a memorizar pero no a decidir. Ya de pequeños nos enseñan que es mejor pintar sin salirse de las lineas. ¿porque?…
Y así, cada día somos más pero no mejores. Siempre creyéndose en posesión de la verdad. Siempre creyendo que las decisiones que toma uno son siempre las más acertadas, y pobre del que no lo vea así porque ese será el primero en comprobar el verdadero sentido de la palabra libertad…
Siempre creyéndonos una palabra que cada día estamos dejando más atrás… Libertad, donde has ido y donde irás…