Ley cruel, que muchas veces toca aprender a marchar forzadas. Que lo jodido no es vivir, sino convivir. En grupo, en pareja o como tengas que hacerlo. Tu ley del “YO” sustituida por un grupal, “Nosotros” …

No es fácil. Para muchos ya ni es normal. Para algunos, no es obligatorio. Y otros muchos se han quedado por el camino en el intento. Convivir. Palabra que te define mucho más de lo que pueden llegar a ver. Mucho más de lo que te puedes llegar a ver…

No apto para todos los públicos, porque en esto de convivir también toca modificarse, cambiar, callar e incluso muchas veces ceder.

No es algo malo, al contrario, te acaba dando la posibilidad de sacarte de la zona de confort, de conocerte más allá de lo que ya estás acostumbrado. Y salir de la zona de confort siempre es sinónimo de seguir queriendo crecer…

Convivir, llámalo aventura hacia tierra desconocida, que acaba siendo paraíso natural, si dejas de pensar en Yo para encaminarlo hacia un posible nosotros.

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No está al alcance de cualquiera, no todos pueden hacerlo y no todos quieren ni siquiera intentarlo. No es cuestión de cambiar sino de juntar esencias para hacer una combinación de letal. De muerte…

De esas combinaciones inesperadas que te acaban dando aire fresco. Las mismas que hacen no contar los días sino hacer que los días cuenten desde el primer minuto de la mañana, porque en la convivencia no existen días, sino momentos en los que lo más cerca que se está de la realidad, es una puta locura.

No olvides que para ser una persona cuerda hay que saber dónde está esa dulce locura. Y nunca lo podrás saber de verdad si no eres capaz de convivir con nadie.

Bendita locura la de convivir, que acaba abriendo los ojos hasta a los más ciegos. No es oro todo lo que reluce hasta que le sacas bien el brillo…

Convivir, es vivir y no al revés.

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