He llegado tarde, como siempre. No es novedad, más bien una tónica de vida. He llegado más tarde de lo que debería y más pronto de lo que esperabas, suena retórico y en realidad lo es…

He llegado tarde pero justo a tiempo para coincidir contigo, serás de esas casualidades que merecen la pena o no, la verdad es que no lo sé. O de momento solo soy capaz de imaginarlo…

Con las prisas se me ha olvidado como es esto de intentar ser perfecto, al menos a primera vista.

Yo te vi entre paraguas de colores, con el agua pegándote en la cara y el pelo intentando sobrevivir a ese ciclón que se paseaba por aquí e incluso así, creo que no podía tener mejor imagen de ti.

Tus ojos ya me contaban historias que sabía que no me iban a dejar dormir. Soñaba contigo desde hace años y tú ni lo sabías.

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Te imagine tantas veces que me tuve que pellizcar para entender que la realidad ya superaba la ficción. Se me pegó el alma, mientras mi corazón se ponía su coraza de soldado herido en demasiadas batallas.

Lo vimos venir pero no tuvimos tiempo de protegernos demasiado. Ahora o nunca, tus ojos ya me gritaban en silencio y no soy de desperdiciar oportunidades tan grandes para poder comerte a versos y sentirte a besos…

Así que me lancé, me tiré de cabeza a un mar de dudas sin saber nadar. Como un inconsciente. Un loco más que necesita sentir el agua al cuello para arriesgar y decidir. Sin más salvavidas que el reflejo de tus ojos en los míos, y eso me salvó la vida…

Lo siento, he llegado tarde, pero que nadie dude que he llegado para dejarte con tu sonrisa más verdadera.

He llegado para quedarme.

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