Me bajo ya. Ahora. Sin tener que esperar a mañana porque ya he perdido demasiado tiempo en seguir un tren sin destino. Me bajo para no subir en ninguna estación más, en ningún tren en el que no sea yo el que lo maneja…
Me cegaba la prisa y las ganas de llegar al destino. Y me acaba queriendo subir a cualquier tren sin pensar que el pasajero más importante debería ser yo. Que cada billete sólo era una hipoteca de vida.
Billetes de ida que nunca quería volver, pero que al final siempre me acababan dejado tirado en cualquier anden con la esperanza de que aún tendría tiempo para coger el siguiente…
Maquinista de vida. Es lo que he aprendido tarde y que ya debería saber. Es el momento de dejar de correr por el anden para acabar llegando siempre tarde porque sino un día corro el peligro de caer al medio de la vía y dejarme toda la vida…
Es el momento de entrar en la sala de máquinas y tomar el control. Se acabó el sentarme a esperar en esos bancos de soledad con la esperanza perdida. Que hoy soy maquinista de vida. De mi vida. Seré yo el que decida que rumbo llevar, como y cuando…
Si quieres te puedes subir. Pero yo tengo claro que esta vez tienen que ser otros los que apuesten por mi y no yo por los demás. Ya lo decía Anxo Perez;
«No seas un pasajero más del tren social, sé maquinista de tu propio tren.»