Nos pasamos el día delante de un ordenador dando “likes”, incluso a fotos que no nos gustan. Escribiendo sobre sentimientos a gente que ni siquiera conocemos.
Mencionando en redes sociales a nuestros amigos para enseñarles ese meme tan gracioso. Nos pasamos el día mandando mensajes a personas que nos importan, de todo lo que no nos atrevemos a decirles si no es detrás de una pantalla.
Moviendo los dedos para escribir y no para sentir. Dando doble clic sobre una foto en vez de dar el corazón a alguien que realmente lo vaya a cuidar. Pasamos el día escribiendo “te quiero” en el teclado, utilizando solo la primera fila de teclas, pero no somos capaces de vocalizarlo.
Nos pasamos el día fingiendo lo que deberíamos sentir, o incluso lo que deberíamos ser. Nos hemos creído que hablar por WhatsApp sustituye quedar. Que la tecnología sustituye sentimientos. Emoticonos que sustituyen abrazos y besos y que la risa solo existe cuando se escriben “jajaja”…
Nos hemos convertido en tecnología. En robots que buscan likes para gustar y no saben lo que es gustarse a sí mismos. Nos hemos dejado abiertos en segundo plano.
Funcionando muy de vez en cuando con el corazón. Haciendo que la piel se ponga de gallina con dos besos y un par de abrazos de los que reparan daños sin hablar. Nos hemos olvidado tanto lo que es sentir que cuando tenemos el placer de sentir algo de esto, lo acabamos llamando suerte…
Y que suerte saber que para sentir solo hay que saber vivir lo que esta detrás de la pantalla y no solo delante…
Hoy estoy contento de poder publicar esta colaboración que hemos realizado Aída , que os aconsejo seguir en su blog «a través de mis ojos«, y un servidor, en la que hablamos sin tapujos de los que es sentir. Nos hemos olvidado tanto de lo que es sentir que esperamos que con esta colaboración, y el toque mágico de Aída, podamos al menos daros que pensar durante un rato…
Espero que lo disfrutéis tanto como nosotros al escribirlo.