Porque en el país de nunca jamás es muy complicado vivir. Nunca. Que no es jamás.

Porque para complicarte la vida ya tienes bastante como para hipotecarse con una palabra tan cara como la que forman esas putas cinco letras…

Nunca.

Que un día lo dijiste con convicción, con decisión y otro día te tuviste que tragar lo que te cansaste de escupir. Todo lo que sube, baja. Y todo nunca, acaba casi siempre en quizás…

Ahórrate el nunca y llámalo mejor, posiblemente no. Porque la posibilidad es infinita y en ese mundo se está mucho mejor, posibilidad infinita de decidir, porque cada nunca, a veces, tiene un momento en el que deja de serlo.

[adinserter block=»2″]

Porque posiblemente no, sigue sin ser nunca, aunque suenen parecido y te acaba dando margen de maniobra.

Todo lo que sube, baja. Y todo nunca, acaba casi siempre en quizás…

Porque nunca, te cierra puertas que vas a tener que reventar en un futuro no muy lejano, y entrar reventando puertas acaba haciendo demasiado ruido para quienes tienen el oído de juzgar demasiado fino.

Nunca.

Palabra peligrosa para quien aún quiere crecer, porque cambiar de opinión a veces es sinónimo de crecer, salir de tu mundo para empezar a conocer el de los demás…

Nunca digas nunca, aunque lo tengas demasiado claro porque la claridad se explica con hechos y no solamente con esas putas cinco letras…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *