Perfecto desconocidos, ilustres ignorantes. Probablemente te he visto mil veces y ni siquiera me doy cuenta de ti.
Como seguro que tú tampoco te das cuenta de mi. Metidos en nuestro mundo. Auriculares, música y móvil para seguir inmóviles al vernos.
En otra época ya tendría tu ojos más que radiografiados. En otra Época ya habíamos coincidido más de una vez y probablemente estas líneas no tendrían ninguno sentido…
Que no se que nos pasa pero al final no nos acaba pasando nada. Hemos perdidos miles de miradas fugaces por no levantar la vista del móvil. Que hemos perdido la magia de tanto buscar en Google como enamorarse. Que ya buscamos un manual para todo. Que nadie interpreta nada.
Que no se juega con las miradas, y que los detalles ya no valen de nada sino van a acompañados de un «me gusta» . Que Facebook ya nos recuerda los cumpleaños de quien ayer no conocíamos. Que WhatsApp a sustituido quedar para un café para inundarse de emoticonos de echarse de menos.
Nos sobra tiempo y nos faltan ganas. E Instagram es la nueva pasarela de Cibeles de quien la calle le queda demasiado grande…
Y así nos vamos convirtiéndonos en perfecto desconocidos o imperfectos conocidos, lo que tú quieras. Que nos vemos por la calle y no nos saludamos, pero me se hasta donde y con quien has comido hoy. Ha llegado la era de sustituir el fracaso escolar por el fracaso social.
Que no somos capaces de relacionarnos sin tener una pantalla entre las manos. Que nos estamos perdiendo la vida. Que estamos creando un mundo peligroso donde lo más importante es estar conectado al móvil y desconectado de la vida. Nos tenemos miedo los unos a los otros.
Nos asusta sentir. Nos asusta querer. Nos asusta hablar con desconocidos pero nos encanta recibir peticiones de amistad de gente que ni conocemos ni queremos conocer.
Que hemos sustituto la calidad por la cantidad…
Bienvenidos al mundo 2.0.
Bienvenidos al infierno de la modernidad.
Welcome to hell.