Prometo que será la última vez que deje que las pesadillas lleguen a mi cama en forma de besos. Qué no seré más el que busca sino el que espera ser encontrado…
No desperdiciar besos. Regalar sonrisas a quien siempre me regala la suya y dejar de enseñar los dientes a quien le encanta ver la tristeza en mi cara. A seguir jugando a corazón abierto en esto de querer, aunque me partan la cara.
Quemarme la sangre por quien es de hielo, hasta que se nos derrita el alma a uno de los dos. Llorar cuando no sea políticamente correcto sin pensar en cuántos ojos me miran y lo disfrutan…
Prometo tirar la sartén cuando la tenga por el mango, será mi mayor gesto de autoridad y la mayor humillación para quien espera que esta batalla se convierta en un ojo por ojo.
La grandeza no tiene egos que alimentar. Y el ego es algo que hace tiempo aprendí a dejar morir de hambre…
Nunca perderé las ganas de seguir aunque todos los días me levanté con el pie izquierdo.
Seguiré valorando los pequeños detalles de gente muy grande. Y viendo que se esconde en las grandes escenas. Valorando los mensajes de las tres de la tarde y no de las dos de la mañana.
Prometo no cuestionarme nunca mis propias decisiones, no boicotearme con lo que siento ni con lo que debería sentir…
Dejar marchar a quien viene a ratos. Quien nunca está cuando las cosas están jodidas. A dejar de vivir de pasados y sufrir con futuros inciertos. Pegarme más con el presente…
Prometo no volverme loco si los planes explotan en mil pedazos. Quizás sea la mejor manera de encontrar lo que llevo años buscando.
Dejar de insistir cuando las cosas no sean recíprocas, por mucho que me importe quién esté al otro lado. A veces es mejor dejar que valoren tu ausencia, eso lo he aprendido rápido.
Vivimos en un mundo donde lo que te hace la vida más fácil pierde todo el interés, y es una pena…
Prometo seguir gritando esos te echo de menos que a veces es mejor callar. Diciendo te quiero cuando lo sienta de verdad sin importar si es el momento adecuado.
Y cuidando a quien siempre está pendiente de mi…
Y sin que se me olvide.
Puede prometer y prometo, no jurar nunca amor eterno, sería idiota si dejo que sean las palabras las que cuiden los besos que debería darte todos los días.