Valor. Que todo el mundo tiene pero pocos saben reconocer. Que tu tienes desde hace tiempo pero es que a veces ni tú misma te concedes ese beneficio de la duda.

Que tienes valor. Y vales. Que no es algo que diga al azar, es algo que vi mientras te sentía cerca y me querías lejos…

Yo, que siempre te he tenido más en valor que quien te metía entre las sábanas.

Yo, que incluso he tenido que mirar hacia otro lado mientras me contabas lo feliz que eras con quien hoy no ha dejado ni huella ni llama. Que yo me quemaba con tus días malos y los demás se cambiaban de acera.

Que no merecías algo que justificabas. Yo fui durante un tiempo esos putos patitos de goma de baño para que no resbalases otra vez.

Que yo te daba valor a ti y tu me lo quitabas a mi….

Que llegó el momento de ver los resultados de la radiografía de valores y acabe viéndome con contusiones múltiples y hematomas grandes.

El médico me recetó descanso y aún así yo sabía que la única medicina que me curaba era la misma que me mataba.

Sentí pánico y entre en cólera por ver lo mucho que hay que hacer para que no se vea nada. Que es difícil aguantar el ritmo.

Me llegue a conformar con los resquicios que dejaban los demás y ese fue el último síntoma para ver que el valor es más bien relativo.

Un día vales mucho y al siguiente no vales nada. Es cuestión de perspectiva. Que a veces los ojos engañan y se da valor a lo que no lo tiene…

O quizá, uno de cansa de dar valor a quien no sabe valorarlo.

Fui un día, y seré todo la vida, muy fan de ti, pero quizás, si tú me hubieras visto con mis ojos, podría haber sido otra cosa muy diferente que un simple espectador más de tú vida…

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