Hoy en 2019, educamos a las nuevas generaciones, y las no tan nuevas, para que tengan una conciencia medioambiental.

A tirar lo que no vale y que sepan reciclar para no cargarnos el planeta. Para que sepan poner cada cosa en su lugar. Y poder hacer un mundo mejor. Todo un acierto, pero..

¿Cuando empezaremos a educar para tener conciencia emocional?

Enseñar a  diferenciar las personas de mierda de las que no lo son. A reciclar recuerdos. Poner a cada persona en su lugar.

A etiquetar lo tóxico y a valorar lo que no te acaba jodiendo lentamente sin que te des ni cuenta…

Deberíamos educar para no matarnos con unas caricias emocional que ya no sabemos descifrar. Solo somos capaces de ver el amor debajo de unas sábanas y cuantificar la calidad por el número de veces que se deshacen…

Hemos creado robots emocionales en lugar de personas con sentimientos. Se creen que todos debemos sentir lo mismo.

Los sentimientos y las emociones son universales, cuando lo difícil es que dos personas sientan lo mismo. Todo el mundo exigiendo sentir por igual.

Criticando la forma de querer de quien se atreve a hacerlo a su manera. Les asusta querer y que se note pero les jode terriblemente no sentirse queridos.

Algo estamos haciendo mal cuando hemos sustituido besos por emoticonos de WhatsApp. Donde esperamos a buscarnos por Tinder y no cruzarnos por la calle.

Cuando nos regalamos los mejores versos cuando ya no estamos y cuando queremos a alguien cuando ya no está. Algo estamos haciendo mal…

Deberíamos reciclarnos, en general, por ti, por mi, por todos. A ver si así conseguimos recuperar algo tan sencillo como quererse un poco mejor que un par de noches. Y aprendemos a escoger a las personas por lo que son y por lo que aparentar ser…

Al final mucha gente acaba en el orgánico.

Unos por ser una mierda de persona, y los otros por apostar por quien siempre le quiso desde una distancia segura…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *