Cuando nos ponemos detrás de un ordenador y una red social, rozamos el absurdo. Incluso muchas veces lo superamos con creces. Perfeccionismo milimétrico de quienes detrás de un perfil sin foto se dedican a dar consejos de como se debe vivir cuando, muchos, no deberían dar consejos de nada y mucho menos a nadie.
Rozamos el ridículo creyéndonos con la sabiduría por excelencia. Se sabe todo de todo. Da igual el tema y la repercusión. Da igual que no se tenga la razón porque el insulto y el egocentrismo hace tiempo que se considera libertad de expresión.
Forofos opinando sin sentido común con el único objetivo de insultar y generar un debate que no tiene sentido. Discusiones sin fundamento alguno,solo comentarios para llamar la atención. Burrada tras burrada en temas que deberían darnos pavor…
Respeto perdido entre cientos de caracteres. Nos enfadamos de ver el poco respeto de los jóvenes en la actualidad pero predicamos con un ejemplo tan lamentable que ellos lo ven como una normalidad.
Gente que se ríe de la desgracia de otra en Facebook, comentarios retrógrados que parecen sacados directamente de la misma caverna de la prehistoria, en un mundo que presume de tener la mente abierta. Y todo detrás de un pantalla. Porque eso hoy en día saca lo peor de la humanidad.
Es la realidad de lo que estamos creando. Detrás de cada comentario hay una mentalidad que lo piensa de verdad, que está convencido plenamente de lo que dice y además se cree con el derecho de vejar y humillar a quien no piensa a su manera. Ese el verdadero problema. Cargamos contra la tecnología cuando lo que estamos haciendo realmente mal es la educación…
Hemos perdidos la poca capacidad de empatía que teníamos. Hoy la satisfacción más grande es ver caer a tu rival caer en lugar de buscar la satisfacción en nosotros mismos. En avanzar. La crispación es tan alta que todo es recogido en el mal sentido. Todo el mundo tiene o debe posicionarse a favor o en contra de algo, y sigo sin ver el sentido de fomentar los extremos…
Extremos que se pelean simplemente por pertenecer a dos puntos distintos de una opinión, se pelean por algo que no se puede controlar, se pelean por tener ideas diferentes. Y en este punto de tristeza mental estamos ahora.
En pegarnos por pensar diferente.
Creando mentes que no ven más allá de sus propios ojos. Sin ideas nuevas. Sin ideas propias. Robots de tercera generación que sienten más muchos humanos. Algo estamos haciendo rematadamente mal para que cada día este mundo sea mucho peor que el anterior…