Estás en ese punto en el que la cabeza cede a la presión. La gran olla a presión ha dejado salir el vapor demasiado rápido, de manera muy intensa y descontrolada. Algo a lo que no estas acostumbrada.
Y es ese vapor, el que otros días sabías controlar. El que hoy no te deja ver más allá de lo que ven unos ojos que no saben mirar.
Estás atascada, aturdida y bloqueada de mente, pero no pienses en ningún momento que no puedes hacer lo que llevas haciendo durante años…
Te has cansado. Lo que antes eran piedrecitas en el camino, han pasado a ser auténticas montañas que piensas que no puedes superar. Te has cansado de tener que retirar piedras día sí y día también, de un camino que parece que nunca te va a dar un respiro.
Y es aquí, en este momento de querer tirar la toalla. Mandar a la mierda cualquier cosa que puedas tener en mente, cuando alguien te debe recordar punto por punto lo que tus ojos no saben mirar.
Seré breve, porque en la sencillez está el secreto de lo verdaderamente grande…
Has llegado al punto de colapso por querer que ese tren de alta velocidad, que llamas vida, mantenga la misma velocidad 365 días del año, mañana, tarde y noche.
Con esto te digo que a veces bajar un poco el pistón no es malo. Es una manera de coger aire para seguir hasta la próxima parada antes de que el tren acabe saliéndose de las vías…
Y ojo, que no te estoy queriendo hacer cobarde, porque para nada lo pienso que lo seas. No pienses que debes bajar el pistón porque no eres capaz de poder seguir el ritmo. No creas que la vida se marca siempre a un mismo ritmo, deja que eso lo piensen los que son cobardes.
Aquellos a los que les asustan los cambios. Los que necesitan seguir un ritmo para no perderse, aquellos que les asusta vivir.
Vivir es sentir que a veces la vida se te escapa de las manos. Sentir que eres un tren descontrolado y que no tienes capacidad para controlarlo, eso es lo que se llama vivir.
Y esa es la gran virtud de quien sabe disfrutar de la vida, de quien es capaz de vivir en la cresta de la ola, de quien no necesita un guía ni mapa para buscar su destino.
Es la capacidad de quien sabe que, como dice la canción, que ser cobarde no vale la pena. Ser valiente es arriesgado y a veces, incluso demasiado caro. Pero al final lo bueno nunca es fácil y lo fácil nunca es bueno…
Ya lo decía Sabina;
Que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena